9 de agosto de 2018
Letras al CD
Ludos Tonalis
El nombre del dúo, Lu-2 Tonalis, es y fue toda una declaración de intenciones. Basado en la obra pianística del compositor Paul Hindemith (Ludus Tonalis), la creación de la agrupación buscaba encontrar su equilibrio y su voz a través del mestizaje estético entre las obras más destacadas de la escritura para saxofón y piano. Dicho equilibrio no se describía ni identificaba con una corriente u otra. Se refería a la interpretación, entendida de forma transversal, abordando cualquier obra cuya técnica, musicalidad y dificultad nos marcara nuevos retos, bien a través de repertorio original o con innovadoras transcripciones. Así nació el dúo en el año 2007, fruto de la intención de abordar, sin horarios definidos de ensayo ni tiempo máximo prefijado, sin techos formales ni estéticos y sin renunciar a la experimentación ante nuevos repertorios y retos. No obstante, sí tuvimos unos ideales con los que crear nuestro sello: la búsqueda obsesiva de la calidad y perfección, la exigencia en homogeneidad entre los dos instrumentos de cualquier recurso musical y la estabilidad y precisión rítmica. Todo ello siempre al servicio de un fin último: el de la búsqueda de la máxima expresión musical, a través de cualquier reto que nos propusiéramos.
Y con ese manual de estilo nace el presente CD, como muestra del resumen de nuestra trayectoria abordando piezas que han marcado, de alguna u otra forma, nuestra propia identidad musical. Creemos que el repertorio que presentamos muestra la evolución y el tratamiento sonoro de ambos instrumentos y que converge las diversas influencias que el S.XX ha ejercido sobre la escritura “clásica”, a través de 5 obras colosales que no nos dejan indiferentes cada vez que las abordamos en público. Aquí va nuestra inquietud, nuestra voz y nuestra esencia: el presente CD es lo que define al Dúo Ludos Tonalis.
Obras
La afirmación “el saxofón es un instrumento del S.XX” nace fruto de la especialización de su repertorio y de la consolidación de un lenguaje idiomático desarrollado desde los años 30 del siglo pasado; sin embargo, se tiende a confundir dicha afirmación con un lenguaje contemporáneo. Si bien es cierto que mucho repertorio ha evolucionado la estética más allá de los cánones tradicionales, las obras que presentamos son, bajo nuestro punto de vista, la cumbre de la evolución de la escritura (neo)-clásica para la formación del dúo con piano. Cada una de ellas es la muestra objetiva de la calidad suprema de un repertorio que sirve para establecer las bases en la revolución de la escritura.
La primera obra del trabajo es la Sonata para saxofón y piano Op.19 (1939) de Paul Creston (1905-1985) cuyo nombre original era Giuseppe Guttoveggio. La obra es una de las piezas más interpretadas del repertorio. Creston se había labrado una excelente reputación de pianista en Nueva York, la cual le permitió acompañar en un recital a Cecil Leeson y supuso el inicio de muchas giras conjuntas por EEUU (Morris, 1996). El autor le dedicó a Leeson la Sonata Op.19 y de su Concierto Op.26 (Hulsebos, 2011). La pieza tiene el estilo distintivo de Creston: por una parte la importancia del ritmo como recurso y que se evidencia a lo largo de los tres movimientos: el ritmo fue objeto de obsesión para el compositor, que se muestra en la publicación de los estudios para piano titulados Rithmicon y que también se evidencia al trabajar como pianista acompañando a las bailarinas de una famosa compañía de danza (Morris, 1996); por otra parte, el aumento sonoro de la armonía tonal transformándola a las influencias coloristas del momento con acordes de novena, arpegios disminuidos o el uso del modo lidio el cual aporta una sonoridad distintiva de la música estadounidense cohetánea y más cercana al uso en el Jazz.
Abordamos la Sonata Op.19 de Paul Creston desde una perspectiva de cierta madurez, tras haberla maltratado en años juveniles (que sea una de las piezas más interpretadas también la expone a su sobre-interpretación y a la exposición al ímpetu juvenil, el cual nos hace abordar piezas por encima de nuestras posibilidades aunque, por otra parte, esa energía es realmente necesaria…). En nuestra mente están las grabaciones de Mule o Londeix en cintas de cassette, tan difíciles de conseguir y que tanto marcaron nuestra infancia y juventud. Al igual que sucede a muchos jóvenes al escuchar por primera vez la pieza, nace una necesidad imperiosa de emular a sus inspiradores y abordar cuanto antes su interpretación. Nosotros pasamos por ahí pero, con una revisión de 20 años, hemos llegado la versión que hoy proponemos de la pieza.
La Sonata (1970) de Edison Denisov (1929-1993) fue compuesta en el verano de 1970 y dedicada a Jean-Marie Londeix. En sus inicios, Denisov se dedicó a estudiar el trabajo de los compositores clásicos del S.XX (Stravinsky, Bartok, la segundo escuela de Viena…) y la música contemporáneo occidental (Boulez, Nono, Stockhausen y Lutoslavsky). Tales influencias dotaron a Denisov de estilos variados, con procesos compositivos muy diferentes y un empleo libre de técnicas, pero manteniendo siempre en común un lirismo y expresividad de naturaleza vocal.
Estos elementos son los que utiliza en la Sonata para saxofón y piano, tales como la precisión rítmica y dinámica, un gran lirismo expresivo con juegos tímbricos de microintervalos, un enorme dinamismo e incluso influencias propias del jazz. El primer movimiento está escrito bajo el molde serial. A través del juego de la textura y las densidades, la tensión posibilita cierta sensación melódica (con el uso continua del intervalo de 2ª menor a modo de apoyaturas) y de danza, por lo que intuimos un objetivo musical superior en términos de expresividad. El segundo movimiento evoca en espíritu una profunda meditación. Denisov inicia un lenguaje idiomático para el saxofón que se consolidará también en la escritura de otros compositores: el uso de trémolos, multifónicos, portamentos y cuartos de tono, recrean una atmósfera sonora que evoca el sonido de la organización no temperada de la música popular de Tomsk (Rusia), ciudad natal del compositor. El tercer movimiento nos traslada a otra atmósfera diferente, inspirada en el jazz. Escrito a modo de gran improvisación, Denisov recuerda el género improvisado a través de la imitación del pizzicato del walkingbass, los combos, los arpegios veloces y giros melódicos o el uso de las dirty notes a través del frulatto o glisandos… De dificultad extrema, la pieza es, sin duda, una de las grandes obras maestras del saxofón del S.XX.
La Sonata para saxofón alto y piano (1943) de Paul Hindemith es pura poesía. Su revicionismo estético y armónico se plasma en esta bella pieza inspirada en ritmos renacentistas. Su poética es tanto simbólica como realista, con la introducción al inicio del último movimiento de la poesía recitada por ambos instrumentistas titulada como El corno di posta (en traducción al castellano) donde reflexiona alrededor del equilibrio entre la modernidad y los tiempos pasados, a través de dos ideas: el ritmo implacable y frenético de la modernidad frente al anhelo melancólico de cualquier tiempo pasado. Concluye con un final épico donde el saxofón y el piano se dan la mano de una manera emocionante y reconfortante. La versión de la poesía es una adaptación propia de la traducción del original, buscando el ritmo interno de la dicción, la rima y el sentido de las frases. Entendemos que recitarla durante la interpretación dota a la pieza de su significatividad esencial y la transforma en algo poético.
Durante la interpretación no somos ajenos al devenir de las tensiones armónicas y melódicas en Hindemith. Tratamos de abordar, con la mejor afinación posible, las consonancias y llevarlas durante su transcurso hasta que se transforman en tensión y finalizan con su posterior resolución armónica. La expresividad horizontal del discurso se canaliza a través de una fuerte pulsación interna, como el palpitar de un corazón, que recuerda la esencia rítmica y estructural de la arquitectura medieval y renacentista.
Si bien no por su virtuosismo, la obra es una propuesta mixta entre los moldes clásicos tales como la forma, el contrapunto o la regularidad métrica con las armonías y estéticas de la escritura germana de los años 30. Su escucha nos evoca un placer estético poético que reconforta más que emociona.
La Sonata (1984) de William Albright es una de las obras más influyentes de hoy en día, por sus exigencias de extrema dificultad individuales y por su conjunción camerística. La pieza engloba diversos estilos compositivos como el minimalismo, los cánones clásicos, la atonalidad libre o la influencia de la improvisación libre y el Bi-bop proveniente del Jazz. A lo largo de sus 4 movimientos, la escucha transporta al oyente desde el lirismo elegíaco más bello a la fuerza brutal más desgarradora. Es capaz de moldear el material compositivo entre los dos instrumentistas de manera que parece un único elemento, a la vez que lo transforma hacia todos los extremos. El primer movimiento (Two part- Invention) alterna una invención barroca casi atonal con cadencias casi improvisadas y pasajes minimalistas; al respecto del segundo movimiento “La follia nuova: a lament for George Cacioppo”, el propio compositor lo define de la siguiente forma (Albright, 1990):
“de todos los movimientos, el segundo tal vez más merece un comentario. Este movimiento está dedicado a la memoria del compositor George Cacioppo que murió inesperadamente el 8 de abril de 1984 (…) mentor de dos generaciones de compositores, Cacioppo y su música y personalidad descansan en la base de mi pensamiento”.
El movimiento se compuso sólo un mes antes del estreno de la obra, tras el fallecimiento de su dedicatario, y se basa en el movimiento de chacona para transformar sus melodías desde la tonalidad hasta la atonalidad; el tercer movimiento (will o “the wisp”)está basado en la velocidad, el cromatismo y el silencio, basado en el misticismo del fuego fatuo como inspirador; el último movimiento engloba el inicio recitativo del saxofón a modo de cadencia con la pulsación agresiva y repetitiva que crea la sensación de danza, alternada de nuevo con influencias del Jazz como la improvisación en Be-bop.
Organista e improvisador de reputación, Thierry Escaich (nacido en 1965) tiene un lugar preponderante en la creación e interpretación musical actual. En 1990 termina sus estudios en el Conservatorio Nacional Superior de Música de París, obteniendo los primeros premios en Armonía, Contrapunto, Fuga, Órgano, Improvisación al órgano, Análisis, Composición y Orquestación. Sus primeras piezas son galardonadas con premios como el de la Fundación Franco-americana Florencia Blumenthal, al que seguirán los otorgados por el SACEM y el Instituto de Francia. Podríamos definir a Thierry Escaich, por su carrera como concertista de órgano y compositor, como un heredero brillante de la tradición romántica del compositor-virtuoso.
Su universo musical, “de una rara densidad expresiva” (Bourdais, 2018) encuentra mezclados los impulsos halenantes apasionados así como los motores rítmicos, a menudo violentos y obstinados, que se superponen por encima del canto llano gregoriano. Este clima sonoro hace de hervores dramáticos tendidos hasta el agotamiento y la confrontación de mundos sonoros opuestos, encontrando su encarnación en obras como Le Chant des Ténèbres (1992). De este modo, tomando como base melódica la cita del Dies Irae gregoriano, superpone todo un tejido complejo de momentos líricos que se desarrollan libremente, con grandes progresiones melódicas y armónicas que crean sonoridades dramáticas a menudo desgarradoras. La tensión constante es mantenida por ritmos inestables, obsesivos y disonantes, fuente de conflictos violentos y contrastados. Escaich no busca un estilo particular o un sector inexplorado, sino escribe simplemente la música que experimenta naturalmente. Ésta es un universo romántico hecho de luces y tensiones, en el que incluso en las partes más aflojadas existe una tensión subyacente que sólo espera despertarse y resurgir más violentamente.
A pesar de ser una obra original tanto para orquesta como conjunto de saxofones y solista, la reducción para piano fue realizada por el mismo Escaich, transformando la pieza en otra obra camerística de máximas exigencias. Es por ello que decidimos modificar su esencia para poder absorberla dentro de nuestro entramado interpretativo como una obra más para la agrupación. La grabación realizada por el dúo en su CD es la primera publicación de la pieza, la cual suele ser interpretada también en su versión para saxofón y órgano. Cada interpretación de la obra solista con orquesta y/o ensemble de saxofones supone un reto para todos los intérpretes, tanto solista como conjunto. En cuanto al saxofón, consigue trascender las características monódicas del saxofón y convertirlo en un instrumento pseudo-polifónico a través de una escritura rítmico-interválica que recuerda a la utilizada por Berio en sus Secuencias. El resultado sonoro alude a las emociones más profundas del alma, desembocando al final de la pieza en un grito desgarrador.
El repertorio sigue creciendo desde niveles diferentes, pero las obras propuestas son, para nosotros, un obligado repertorio original para la agrupación camerística del Dúo de Saxofón y Piano del pasado S.XX y significa la consolidación de un lenguaje propio para los dos instrumentos, convertidos en un vehículo unificado de expresión.
David Pons Grau
Manuel Jesús Corbacho Gómez
LUDOS TONALIS
Bibliografía
Albright, William. Notes to Sonata for Alto Saxophone and Piano (1984). New York: C.F. Peters, 1990.
Willie L. Morris III, ―The Development of the Saxophone Compositions of Paul Creston‖ (DMA diss., the University of Missouri- Kansas City, 1996), 1-5.
Mark Hulsebos. ―Cecil Leeson: The pioneering of the concert saxophone in America from 1921 to 1941‖ (DA diss., Ball State University), In Dissertations & Theses: Full Text [database on-line]; available from http://www.proquest.com (publication number AAT 9003627; accessed April 10, 2011), 160-162.